MIS SUEÑOS


Mis sueños tienen colores
y brillan como diamantes,
con sus alas centelleantes
se despazan sin temores.

Una luz se enciende
dentro de mi corazón,
huye veloz la desazón,
la grata felicidad trasciende.

Un cúmulo de sensaciones
florece en mi interior,
me embriagan las emociones.

Veo el amor que se mece,
los sueños me acarician,
mi alma serena resplandece.

María Griselda García Cuerva

EL BILLETE

En unos de los anaqueles de la Biblioteca Municipal encontré un libro de cuentos que se titulaba: “Borradores”. Como me intrigó el título, automáticamente comencé a hojearlo. En la primera página explicaba que relataba ciertas historias fantásticas. Y que el nombre se debía a que el autor no había tenido tiempo de revisarlos debido a su gran ansiedad por terminar la obra. Marcaba el índice, que en la pagina tres comenzaba el primero de los cuentos. Se titulaba: “El billete”. Fue el único que, para ser sincero, me llamó la atención. Los baches de mi memoria apenas me permiten relatarlo.

Ustedes sabrán disculpar.

1

“Don Rogelio Severo había vendido unos cueros y le habían pagado con billetes de 10 y 20 pesos. En el recuento le llamó la atención una escritura que reprobó con prontitud: “El que reciba este billete tendrá una vida de dicha y felicidad. Pon lo mismo en otras diez. De esta forma la cadena no se cortara y lo escrito se hará realidad.”. Esta sentencia se exhibía, irrespetuosa, sobre el rostro del envejecido prócer que lucía el frente del billete. La frase prometía con liviandad un futuro de bonanza. Para Rogelio esta lectura era casi un insulto a su espíritu incrédulo y practico.- ¿A quién se le ocurre que yo voy a copiar 10 veces esta payasada?- murmuró, y guardo el dinero en la guantera de la camioneta. Arrancó con brusquedad y tomó la carretera de tierra que lo conducía a su finca. Viajaba despacio y murmurando vaya a saber que cosas. Su camioneta no era muy vieja pero de tanto andar los caminos, sumado al poco cuidado que le brindaba, daba el aspecto de desvencijada. De repente, en una curva, apareció un hombre haciéndole señas para que lo llevara. Don Rogelio se detuvo a regañadientes.- ¿Adonde va…?- Le pregunto de mala gana, asomando apenas la cabeza por la ventanilla. -Al pueblo, Don-. Contesto el viajero tímidamente. (Timidez obligada de aquellos que piden un favor).- ¿Como se llama…es de por aquí? -. -Me llamo Bienvenido Dufur y vengo de lejos- Respondió.

-¿Bienvenido?...Bueno…suba…suba- Le ordenó Rogelio, apurándolo.

-Permiso- Dijo Bienvenido al abrir la puerta de la camioneta y penetrar en el cubículo. Se acomodó como pudo entre los paquetes desparramados en el asiento mugriento.

-Tenga cuidado- Le recriminó Rogelio.

-Disculpe…disculpe…

La camioneta arranco raudamente y durante un largo trecho permanecieron sin hablar.

El viaje sólo era entorpecido por los crujidos de la carrocería y por los gestos de mal humor del viejo.

-¿A que va al pueblo…Va por trabajo?- Preguntó con hosquedad.

-A buscarlo- Respondió Dufur, lacónico.

-¿Y qué es lo que sabe hacer?- Inquirió Rogelio.

-Poca cosa, un poco de todo. Me las rebusco con changas-

-¡Qué bárbaro... qué bárbaro!- Exclamó Severo.

-Que le va hacer, uno hace lo que puede, no lo que quiere-

La escasa conversación fue, mas que un dialogo, un interrogatorio de mal gusto. Rogelio apenas podía disimular su fastidio y se concentró en el volante.

Se hizo un largo y molesto silencio. Severo aceleró y la camioneta pareció quejarse por el esfuerzo.


2

Viajaban rápido. El conductor no tenía en cuenta el mal estado del terreno. Otras ruedas habían dejado surcos que parecían esculpidos en el centro geométrico del camino y era difícil conducir manteniendo la huella. Pero Rogelio manejaba con la experiencia de un baqueano y para él no era un problema. No obstante cuando lo veía a Bienvenido dormitar, efectuaba una brusca maniobra con tal de despertarlo y cuando lo lograba una sonrisa de sarcástica satisfacción se pintaba en su rostro. Aquél se agarraba de donde podía y se despabilaba completamente. Hasta que el sueño y la ausencia de conversación lo invitaban a relajarse y a dormirse de nuevo. Entonces, otra vez, Don Severo recurría a la zarandeada y Bienvenido se despabilaba. Así sucedieron varios episodios. Dufur se dio cuenta del juego del que era victima y apenas se entre durmió soportando los sacudones estoicamente. Pensaba que si aparentaba dormir lograría que Severo desistiera de las maniobras. Lejos de desistir el viejo persistió con su estúpido juego. De pronto Dufur se enderezó en el asiento y con aspereza le pidió que lo dejara conducir. Rogelio, por supuesto, dijo que no. El azar colocó un cuchillo en la mano de Dufur y este lo empuño con satisfacción. Lo apoyó amenazante en el cuello del conductor y lo obligó a cederle el volante. Don Severo, sorprendido, no atinó a nada y sintió miedo. Sin embargo pronto logró recuperar el aplomo y frenando de golpe le dejó el lugar. No había palabras de por medio. Un silencio sepulcral se encerró en la cabina como un presagio de mala muerte.

Bienvenido empezó a acelerar la camioneta y como no tenía experiencia en manejar por esos caminos, en varias oportunidades se salía de la huella y el vehiculo hacia unas arriesgadas piruetas antes que pudiera controlarlo.

Don Rogelio veía el esfuerzo inútil del conductor por mantener la dirección y se ponía nervioso. La camioneta volvió a derrapar y efectuó un giro de 180 grados y el motor se detuvo.

-Que hace…usted está loco…nos vamos a matar…- Vociferó asustado e indignado.- Déjeme conducir a mí- y amagó a retomar el volante. Dufur lo aparto con el brazo y en un movimiento terrible lo apuñaló entre las costillas. Retiró con rapidez el cuchillo y pronto se vio inmerso en un mar de sangre. Se echó sobre el cuerpo agonizante sin saber que hacer. Nunca supo cuanto tiempo permaneció sobre el cadáver cuando de vuelta un barquinazo lo trajo a la realidad. Dufur se había cansado de tales descortesías. Le pidió a Rogelio que no lo hiciera más y que si estaba disconforme con su companía no tenía más que decirlo. Que se bajaría. Sentía esa rabia incontenible, surgida vaya a saber de que oscuros, sangrientos y ancestrales instintos y apenas podía reprimir la sensación de tomarlo por el cuello y apretar hasta lo imposible. No intuyendo la advertencia, Severo, volvió a derrapar. Entonces Dufur, ya descontrolado, se abalanzó sobre él y aferrándolo con ambas manos apretó, apretó y apretó su garganta hasta que un crujido tremendo lo detuvo. Cuando lo hizo ya era tarde. Severo permanecía quieto, azul y con los ojos desorbitados. Estaba muerto entre sus manos. Lo soltó. Había quedado estupefacto por lo que acababa de perpetrar y un nuevo barquinazo lo volvió a sacudir. Esta vez no lo dejaría pasar y enérgicamente le exigió al conductor que detuviera la camioneta. Se bajó sin decir palabra y antes que Severo se marchara le dijo: -Ud. debería haberle hecho caso a la leyenda del billete. No crea que su destino no esta ligado a él- El hombre no entendió demasiado lo que el desconocido quiso decir y partió velozmente sin decir palabra. El viajero quedó en el medio del camino mirando como se alejaba. Y sucedió algo inaudito: sin motivo alguno la camioneta hizo un nuevo y extraño viraje y se clavo contra un muro de tierra. Rogelio salió expulsado a través del parabrisas. Cuando Dufur llegó al lugar, ya estaba muerto.


Bienvenido se preguntaba, no sin ciertos remordimientos, si él era el culpable del destino de Severo. O bien por sus sueños homicidas, o bien por haberse puesto en su camino o por haber escrito el billete original.

Un nuevo barquinazo lo despabiló completamente.

Pero ya no se volvería a dormir. “

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Hice un esfuerzo y repasé por arriba el resto de los cuentos. Eran ciertamente absurdos y con pésima redacción. Entonces me di cuenta que el pobre hombre no había logrado dominar su ansiedad y apenas pudo publicar su único, apurado y osado libro de cuentos. En borrador.



Jorge Sepero

¡FUERZA JAVI!

Amigos y compañeros de Javier Canale iniciaron una colecta para ayudarlo a atravesar este díficil trance que le toca vivir. Sumensé aportando lo que puedan en las escuelas ESB 1 y ESB 2 o escribiendo a marinafalconat@hotmail.com, ana.tamagno@gmail.com o ceci_coronel@hotmail.com
Conocí a Javier Canale cuando tenía unos ocho años.
Era compañero de uno de mis hijos (Sebastián), en la Escuela Nº 1 Pedro Castelli.
Una tarde lo encontramos en la librería Meirana, que estaba situada justo frente a Mingo´s, entre Belgrano y Castelli.
Javier era un niño delgado de copioso flequillo renegrido, con una sonrisa simpática. Después supimos que era un habitué de las librerías y en especial de la de Meirana que desbordaba de todo tipo de libros y donde Rodolfo, su dueño, le dejaba que leyera todo lo que quisiera.
Cuando ví que los dos charlaban felices de haberse encontrado, le propuse que fuera a jugar.
Al otro día, Javier tocaba el timbre en casa. . Y así sucedió todos los días. Podía estar lloviendo a cántaros, que él igual aparecía cubriéndose con un paraguas grande de su papá.
Y así vinieron los veranos en la “Pelopincho”, y las meriendas, y las fiestas de finde, y los juegos electrónicos en Vieja Casa. Y Javi era uno más de la familia, un hermano más de mis hijos que compartían con él sus tíos y sus abuelas.
Los domingos de Matinée fueron inolvidables. Se compraban bolsas de golosinas y se metían de lleno en la ficción de La guerra de las galaxias, E.T., Gremlins, Popeye, y tantas tantas más.
También había peleas; simples riñas por cualquier tontería, que terminaban indefectiblemente en reconciliaciones. Siempre tenía en mí a su defensora incondicional, porque conocía su modo de ser y su humildad.
Los años pasaron. Llegó la adolescencia, y si bien fueron a distintas escuelas, siguieron tan amigos como siempre, unidos por la música, por el cine, y por un montón de cosas más.
Cuando todavía Javi era adolescente murió su mamá. Aunque él no transparentaba demasiado sus sentimientos, sabemos cómo le afectó esa pérdida.
Después de buscar caminos de vida, Javier eligió una carrera y se graduó como profesor de Inglés.
Con el tiempo, formó pareja y de esa unión nació Alan, su único, hermoso hijo. Después vino la separación.
Verlo en su desempeño responsable como padre nos causó enorme alegría.
Hace apenas unos días, Javier se compró una moto. Era un deseo impostergable .
Y se fue a un encuentro de motos en Ayacucho. Allí, andando a escasísima velocidad, un loco del volante, menor de edad, lo atropelló. Por supuesto, Javier llevó la peor parte.
Ayer lo operaron en un hospital de Mar del Plata
Escribo esto con mucha angustia. pero también con la intención de darle ánimos y fuerza a nuestro querido amigo. Que estas palabras mías sirvan para que todos lo que lo aprecian dejen un deseo aquí, o que simplemente lo tengan en su mente. Será una conjunción de voluntades para que muy pronto esté bien y con el ánimo lo más alto posible.
¡Fuerza Javi ! ¡Te queremos!

DORA PONCE

Y SEGURO LLEGÓ A SU FIN

Seguro, una novela en construcción, nació en el blog, y a través de entregas que la autora enviaba con puntualidad todos los martes a sus amigos y conocidos, se fue desarrollando .
Este sistema recuerda a los folletines y revistas en que grandes escritores del siglo XIX como Allan Poe, Jak London, Nathaniel Hawthorne y Charles Dickens entre otros, publicaban sus obras. Es interesante porque la espera del lector hasta la próxima entrega, genera en todos los casos una buena dosis de expectativa. De este modo, además, el autor sabe que aún prescindiendo de los onerosos costos que supone el gran negocio de las editoriales, igual puede llegar a un público amplio.
Seguro…es una novela realista, incisiva, testimonial, que sigue, paso a paso, las implicancias de una trama de engaño y criminalidad pocas veces visto, toda vez que va involucrando a sus víctimas y arrojándolas en un círculo del que es imposible salir.
Muestra la denuncia acerca de cómo se mueven los gestores del delito dentro de la sociedad, deja ver la ambición en su aspecto más siniestro, y, lo que es peor, la impunidad que da un sistema jurídico legal para que esta gavilla opere durante cuatro largos años.
El espíritu de la novela está extractado en una frase totalizadora como la que sigue :
“Lo primero es la plata. Lo que importa es la plata. El fin último es la plata”.
En este trabajo Gabriela apela todo el tiempo a la inteligencia del lector acercándole pistas, sugiriéndole hechos, llevándolo a pensar. No obstante, sus estrategias pasan por el uso llano y preciso, de la lengua escrita.
Algo que juega muy a su favor es el manejo de la técnica periodística, hecho que se nota en la utilización impecable del estilo indirecto, en la solvencia de los diálogos, en el registro de los hablantes, tan conciso y puntual y sobre todo en el desarrollo de la trama.
Como en todo trabajo experimental, hay ciertos elementos factibles de rectificar o modificar, si la autora lo cree conveniente. Por ejemplo, el uso excesivo de las enumeraciones que si bien son útiles y esclarecedoras, resultan algo repetitivas, y podrían por ahí reemplazarse por un concepto globalizador.
Por otra parte, la modalidad de unos cuantos anglicismos quita fluidez al texto en algunos tramos.
Asimismo, un logro importante dentro de la trama de la novela es el monólogo interior, resuelto con conocimiento exacto de la técnica. Existen también en este trabajo, conceptos y reflexiones puestos en la voz del narrador en tercera persona, que son verdaderos hallazgos de ingenio.
Si bien las sentencias quedan firmes y los culpables tras las rejas, el uso de los verbos en potencial o condicional en el último capítulo, presupone un final abierto, y una vez más, la apelación a las competencias del lector.
En conclusión, Seguro, una novela en construcción, ha sido una propuesta amena y entretenida, casi se podría decir, un interlocutor válido al que se le pueden preguntar cosas y con el que se pueden despejar dudas, lo que se dice, un amigo fiel del lector.
Desde eldolorense, acompañamos a Gabriela en este emprendimiento literario.

DORA PONCE
Lectora en el blog de Seguro, una novela en construcción

HISTORIAS DE CALLEJEROS - NINJA

Aquel perrito negro era tan pero tan pequeño que cabía en la palma de la mano. En proporción al cuerpo tenía las orejas grandes y levantadas.
Andaba siempre con su madre, hermosa y dulce. Y aunque sus historias están muy unidas, he querido separarlos para contarlas, porque la dimensión que cobraron en mi vida merece dos relatos diferentes.
Ninja, que así se llamaba aquel perrito negro, creció sólo un poco más, pero desarrolló un cuerpo macizo y una musculatura importante. El color negro azabache terminaba en una pechera blanca. Como he dicho, aún cuando fue adulto, su tamaño era pequeño. Sin embargo cuando ladraba, cualquiera que no lo estuviese viendo hubiera pensado que se trataba de un perro grande y feroz. El chico que dejaba el diario nos confesó después de conocerlo y reírse bastante, que él pasaba aterrado por esos ladridos inmensos que se escuchaban desde adentro.
Por supuesto estas historias están escritas en tiempo pasado, y me causa profundo dolor el escribirlas. Hace cuatro años que perdí a Ninya a causa de una enfermedad cruel y larga, demasiado larga para el sufrimiento. Solamente quienes como yo aman a los animales de modo incondicional me van a poder comprender.
Y nos dejó después que derrochó alegrías y buenos momentos que nos quedaron en el alma como los afectos más importantes. Y cuando esos afectos son importantes, ayudan a crecer, ayudan a superar momentos difíciles. Que se trate de mascotas o de humanos carece por completo de importancia. Son seres que Dios pone en el camino de la gente.
Siempre andaba detrás de su madre como una sombra. Se los veía recorriendo el barrio Totina, de color canela, y ojos saltones, pequeña y tan dulce, tan mansa, ¡tan linda…!. Los dos tenían ya sus nombres cuando llegaron a casa, y se acomodaron para no irse más.
Dormían juntos, y cuando hacía frío, él se echaba bien pegado a su mamá y metía sus patas debajo del cuerpo de ella para calentárselas. Parecía que la cabeza le pesaba bastante porque la dejaba descansar sobre el lomo de Totina, y así era capaz de estar horas, y la pobre madre complaciente, como lo somos también las madres humanas,ni se movía con tal de que su hijo estuviera cómodo.
Muchas veces Ninja llegaba un poco más tarde a dormir, porque se había quedado jugando con otros perros o pellizcando algún hueso afuera. Y era muy divertido observarlo cómo se acomodaba despacito para no perturbar el sueño de su madre, que ya estaba bastante mayor y solía enojarse cuando él la despertaba para acostarse a su lado.
Un tema de película era cuando Ninja se enamoraba, cosa que ocurría constantemente. Entonces no había cuidados que fueran suficientes. El Romeo enamorado abría túneles, rompía barreras, se hacía diminuto para atravesar cualquier abertura, trepaba paredes, en fin, no había vallas de contención que valieran.
No importaba que un ejército de perros persiguieran el mismo objetivo. Allá andaba él también, entreverado con colegas de todo tamaño y fama. En esos momentos toda la familia salía en busca del fugitivo, y si no dábamos con él, tampoco podíamos dormir por la noche pensando en los peligros que estaría corriendo
Una vez estuvo tres días sin volver a casa. Cuando ya desesperábamos con mucho miedo de encontrarlo muerto , una mañana se sintieron unos rasguños en la puerta (Él era muy impaciente cuando quería entrar) y apareció Ninja .
Estaba tan embarrado que sólo se le veían los ojos, rengo de una pata y con media oreja colgando casi cortada por completo.
Pero nada importaba más que tenerlo de nuevo en casa.
Por supuesto no fue la primera ni la única aventura que corrió. Su carácter lo llevaba a vivir siempre al límite. Y si lográbamos , por esos milagros, que no pudiera escaparse, lloraba desconsoladamente toda la noche .
No era condescendiente con nadie. No se metía con la gente pero tampoco quería que se metieran con él. No era como su madre que se hacía amiga de todos, hasta de quienes no conocía. Él exigía respeto y sino, mostraba los colmillos. Pero nada más quería decir : “No tengo ganas...” Tampoco le gustaban los niños, aunque nunca hizo daño a nadie.
Más allá de estos rasgos de carácter, fue el perro más inteligente que tuve, el más querido, el más tierno. Recuerdo sus saltos de alegría cuando lo acompañábamos en sus paseos o cuando volvíamos a casa . Hablaba con la mirada y con los gestos de su cuerpo macizo y bajo.
Y ahora que han pasado cuatro años sin Ninja, pienso en él y agradezco la suerte de haberlo conocido.
A veces el destino nos pone en el camino seres maravillosos. Que sean personas o animales, no tiene importancia. Lo que sí importa, es que de algún modo nos cambian la vida.

DORA PONCE

Torta Infernal

Lleve a la procesadora 200 grs. de ceniza de una fogata piquetera- 50 grs. de consejos afrodisíacos Cristina K- 20 grs. de bigote Fernández bien picado ¡Cuidado con pasarse! ¡Puede ser indigesto!
Agregue la raspadita de un tatuaje de De Narváez más una pizca de carmin de labios fosforescente de Lilita Carrió, con toda la carga de acusaciones vertidas en forma de lluvia densa.
Adicione luego 1/2 litro de leche de soja del conflicto gobierno-campo y una generosa porción de discurso de Néstor K empapado en histeria.
Incorpore ahora en forma de fina lluvia financiera , 1 cucharadita de pólvora de asalto a mano armada, todo el importe (molido) de una jubilación de privilegio (¡Eeeeepaaaa!) y 5 cc de esencia sudorípara de las axilas de Moyano después de una manifestación con los camioneros.
Saborice la mezcla con un puñado generoso de esencias Desempleo y un chorrito de vainilla Villa 31.
Bata la preparación a fuerza centrífuga Alfredo D´Angelis.
Deje descansar en la heladera unas 4-5 horas aproximadamente.
Retire.
Ahora adelgace la masa con un sueldo magro de trabajador a los saltos para llegar a fin de mes.
Ponga cara de nene caprichoso Redrado y amase, y amase, y amase como si quisiera mandar a todos a… a… ¡a la estepa siberiana!
A esta altura habrá logrado una masa que nada tendrá que envidiarle a la mejor poción de brujas en fiesta de Aquelarre.
Si observa detenidamente la preparación, podrá ver las burbujas D´Elías levantándose amenazadoramente hacia la toma de comisarías y supermercados. ¡No se lo permita! Siga amasando ¿O la masa va a poder más que usted?
Enmanteque un molde País en vías de pobreza. Vuelque la preparación. Si le sobrare manteca… ¡Arrójela alegremente al techo!
Una vez cocida la torta infernal, retire y desmolde sobre una rejilla de alambre. Deje enfriar.
Si lo desea, puede bañarla con con esta rica salsa a lo Camaleón Cobos.
Para ello coloque en una sartén un chorrito de desvergüenza, 2 pastillitas de la venta de medicamentos truchos, un cubito de ineptitud, y parte iguales de corrupción y alardes de poder.
Mezcle todo y vierta sobre la torta infernal.
Y como broche final, pasee esta obra de arte por las tranquilas callecitas de Fuerte Apache a fin de que “lo´muchacho” le apliquen un toquecito de ráfaga de ametralladora, y de este modo la torta quedará atravesada de vistosos agujeros.
Aunque un poquitín “pesado”, por el costo de los ingredientes, resultará un plato exquisito con el que podremos quedar bien en una de esas reuniones en que la clase política intenta (o hace como que intenta) arreglar el país, pero lo único que consigue es desbaratarlo, desposeerlo y destruirlo a altos niveles de inconciencia.


DORA PONCE