SEMANA DEL TANGO

Con motivo de la “Semana del Tango”, la Sociedad Argentina de Escritores Seccional Dolores, realizó el sábado 13 en el Centro Cultural “Rolando Dorcasberro” de esta ciudad, como estaba anunciado, el acto de recordación de las mujeres que le pusieron letras al citado ritmo musical.

En la ocasión, la profesora Susana Iturralde, trazó una reseña de la poetisa Nira Etchenique. Su nombre real fue Cilzanira Edith Etchenique y nació en el barrio porteño de Flores el 26 de marzo de 1926. Falleció el 6 de agosto  de 2005 en su departamento del barrio Congreso.

Nira sigue viva en sus tangos: “De charco y jazmín”, (con Héctor Stamponi), “Réquiem para Discépolo”, “De mi barrio, Flores”, “Chau vierjo” y “Fue la ciudad”, los cuatro con el pianista dolorense Sebastián Britos.

La profesora Griselda García Cuerva se refirió a la figura de Eladia Blázquez nacida en 1931. Pianista, guitarrista, compositora, poeta y cantante.  Muchos de sus tangos encontraron un gran éxito en los años 60.

Ella creó un verdadero renacimiento del tango, sobre un modo que no es propiamente de vanguardia, pero con su rara habilidad supo combinar las notas y las palabras.

En 1970, Eladia Blásquez realiza su primer álbum dedicado al tango donde canta sus propios temas. Alcanza el éxito con “Sueño de barrilete”, “Contame una historia” y “Sin piel”, además de “Mi ciudad y mi gente", con la que ganó el Festival de la Canción de Buenos Aires en 1970."

Pero su tango el más popular será EL corazón al Sur"  grabado en 1976.
Por su parte, la profesora Teresita Saint Esteben de Faramiñán evocó a María Luisa Carnelli , primera letrista de tango, quien firmaba sus primeras obras con el seudónimo de  Luis Mario o Mario Castro, que respondía al nombre de su hijo, para enmascarar su faz de autora de letras de tango. En 1922 publicó el primer libro de poemas, al que siguieron varios. Su primer tango fue “El malevo”, de Julio De Caro, luego “Cuando llora la milonga” con música de Filiberto, “Se va la vida” y muchos más.

ACTO DE SADE DOLORES POR LA SEMANA DEL TANGO

La Seccional Dolores de la Sociedad Argentina de Escritores presentará este sábado 13 a partir de las 20.00 en el salón del Centro Cultural “Dorcasberro”, un acto relacionada con la semana del tango.

En el mismo se hará una evocación de las mujeres que le pusieron letras a ese ritmo musical, como la primera poeta del tango, María Luisa Carnelli, autora de “El Malevo”, con Julio De Caro, “Cuando llora la milonga”, con Filiberto y “Se va la vida”, con Edgardo Donato y otros temas. 

También se recordarán a Eladia Blásquez y a Nira Etchenique. Expondrán sobre el tema las integrantes de SADE Dolores profesoras Susana Iturralde, Teresita Saint Esteben y Griselda García Cuerva. La institución organizadora invita a los socios y a los amantes del tango a este acto cultural.

Club Argentino de Servicio 2 de abril - ENTREGARON PREMIOS DE POESÍA GAUCHESCA



En el curso de un almuerzo en la Sociedad Rural de Dolores, organizado por el Club Argentino de Servicio 2 de Abril, para recordar el Día de la Tradición, fueron entregados los premios del certamen rioplatense de poesías Gauchescas.

Durante el acto el socio fundador de la institución organizadora, Héctor R. Porrez, trazó una reseña sobre el origen del "Día de la Tradición", cuyo su principal impulsor fue el abogado dolorense Dr. Atilio Roncoroni durante su función como senador.

La oportunidad fue propicia para la entrega de premios del certamen citado, cuyo primer premio le correspondió a la poetisa uruguaya Gladys Susana Pioli.

NÓMINA DE DISTINGUIDOS

1º) Pulpería Mía. Susana Pioli . Rocha (Uruguay)

2º) Mi rancho. Graciela del C. Olivera Rodríguez. Raigón .San José (Uruguay)

3º) Manantial. Omar Luján Pertusi . Lujan Provincia Buenos Aires

4º) Canto al caballo salvaje. Alma del Campo . Libertad. San José. (Uruguay)

5º) Cuando un gaucho cosecha vidalas. Silvia Gabriela Vázquez . Lanús (Prov. Buenos Aires)

MENCIONES

Tropilla de yuntas. Roberto Morete Dolores , Prov. Buenos Aires

La Sed. Delia Fernández Cabo . Santa Lucía. Canelones (Uruguay)

Gurí Guasquero. Pedro Luzardo . Montevideo

Jurado: Pablo Gallastegui, Juan Carlos Pirali y Teresita Saint Esteben

El Rincón de la SADE El martes, UN CAFÉ CON CLAUDIA



  La SADE Seccional Dolores y la librería Bohemia proponen para este martes 11 de Noviembre a las 19, UN CAFÉ CON CLAUDIA, conversación con la escritora de Chascomús, Claudia Espinosa. La cita es en la librería Bohemia, de Mitre 212.
  En oportunidad de la publicación del primer libro de cuentos de la autora —Ocupate de los perros muertos—, el escritor Dalmiro Sáenz, con la ironía que lo caracteriza, opinó así de nuestra visitante:
"Claudia Espinosa, una mala persona, y además una de las mejores escritoras del país. La belleza de su inteligencia y la inteligencia de su poesía se han unido generando a esta mala persona que se llama Claudia Espinosa."
  "Una mala persona es alguien capaz de ejercer una violenta ternura sobre un mundo que no quiere ver su decadencia."

  "No es fácil ser una mala persona, por lo pronto hay que odiar al odio tanto como amar el amor, cosa que Claudia Espinosa jamás dejó de hacer."

CUATRO POETAS DE DOLORES PREMIADOS EN URUGUAY


Con un marcado éxito participaron en Uruguay los poetas dolorenses, pertenecientes a Sade Seccional Dolores, Juan Carlos Pirali, Susana Repetto, Teresita Saint Esteben y Zenón Suárez. Los citados intervinieron en el 7º Concurso Literario Internacional de Cuento y Poesía, organizado por el Club Leones de la ciudad de Rocha, cuyo tema propuesto era “La Fuente”.
En el rubro Poesía, el autor Juan Carlos Pirali ganó el  “Primer Premio Destacado” por su trabajo “Mi fuente de inspiración”.  Por su parte, María Susana Repetto, con su poesía “Mi Fuente” compartió uno de los tres primeros premios con Marilú Rodríguez (Rocha) y José Lissidini (Minas-Uruguay). Teresita Saint Esteben  fue distinguida con el Tercer Premio por su poema “La Fuente” y Noé Zenón Suárez, con su obra “Fuente” obtuvo el Cuarto Premio.
En la categoría Cuento el Segundo Premio fue para la obra de Juan Carlos Pirali “Fuente de sal”.

PRESENTACIÓN DEL POEMARIO DÉCIMAS RIOPLATENSES

El lunes 23, se realizó la presentación del poemario Décimas Rioplatenses, obra que reúne composiciones de autores uruguayos y argentinos. El acto se concretó en la sala de Plástica de la Escuela Normal Superior Doctor Victoriano Emilio Montes, en celebración del Día del escritor y del Día del libro. Fue organizado por los alumnos de tercer año del Profesorado de Lengua y Literatura del I.S.F.D. No. 168, por la docente del Espacio de la Práctica, Profesora Luz LUPO, y por la SADE Seccional DOLORES. Consistió en un panel integrado por Susana ITURRALDE, Juan Carlos PIRALI y Pablo GALLASTEGUI y en la lectura de un trabajo de cada uno de los quince poetas participantes.







Fotografías: Gentileza Mario Cáceres

LIBÉLULA

  Esta es la fotografía de una libélula. Ha sido tomada por Griselda GARCÍA CUERVA.

  La comisión de la SADE Seccional DOLORES la ha seleccionado con el propósito de que dicho motivo inspire la escritura. Se invita a escribir poemas, relatos, cuentos, microcuentos y remitirlos a sadeseccionaldolores@yahoo.com.ar. Se los difundirá en el blog, en los diarios locales o en los próximos números del Boletín.

PRESENTACIÓN DEL LIBRO "UN DETALLE TRIVIAL" DE MARÍA JOSÉ EYRAS

 La SADE Seccional DOLORES realizó el jueves 29 y el viernes 30 en el Colegio de Magistrados, el Cuarto Encuentro con el Libro. Entre las actividades programadas, figura la presentación del libro de cuentos Un detalle trivial, de la escritora María José EYRAS, en la que participaron, además de la autora, las escritoras Cecilia REPETTO y Verónica MEO LAOS y cuya apertura fue efectuada por la escritora Susana ITURRALDE, Vocal de la SADE y la lectura del cuento El mandado, por la Secretaria de la citada Entidad, la profesora Susana AYALA de BEVILACQUA. (El 29) Además, la evocación poético - musical del poeta y músico Atahualpa YUPANQUI, en el mes de su fallecimiento. La misma consistió en la exposición a cargo de la maestra payadora Susana REPETTO —Vocal de la SADE—,  la lectura de décimas y sextillas producidas por los alumnos del taller de payadores por parte del coordinador, el payador Emanuel GABOTTO, la recitación de Milonga de los hermanos por el niño Juan Cruz URIARTE, también alumno de dicho taller y la interpretación de canciones por los cantantes Néstor ORTIZ y Natalia ECHANDÍA. Dicha evocación se concretó el viernes 30 y la presentación la efectuó la Presidente, la escritora Teresita SAINT ESTEBEN de FARAMIÑÁN.
                           
Fotografías: Gentileza de Mario Cáceres






CONTRATAPA-UN DETALLE TRIVIAL

Para qué escribir, se pregunta un personaje del libro Un detalle trivial. Y
si bien esa pregunta puede ser una sentencia que clausura la posibilidad
de escritura, es decir, que no se escribe porque ya está todo escrito, el
lector de este libro encontrará otra respuesta, primero, en los autores
que se citan (Proust, Duras), autores admirados por la autora, María
José Eyras. Y, después, en la temática desplegada, en la búsqueda de los
personajes. En sus tramas. Se escribe, entre otras cosas, para recuperar
un mundo perdido (esa infancia de pueblo, Dolores, la familia); se
escribe para devolver al presente ese “rincón del paraíso”; se escribe
para viajar otra vez; se escribe porque nunca se puede – aunque ya
todo esté escrito, como dice la famosa sentencia de Macedonio
Fernández – dejar de imaginar esas historias que, como imagina la
madre en el relato "Fénix", nos renuevan, nos vitalizan.
María José Eyras con una escritura sutil y atenta a los entornos, a las
necesidades de los personajes, a los detalles que aunque
parezcan triviales son decisivos, crea, a veces desde la nostalgia, otras
veces desde la ternura, un mundo narrativo propio.

 Hernán Ronsino

UN DETALLE TRIVIAL

Los narradores que usa María José Eyras en los relatos de Un detalle trivial parecen equilibristas. Los discursos transitan por una cuerda floja y cargan con la conciencia de que cualquier movimiento en falso bastaría para arrastrarlos al vacío. De allí que la incertidumbre funcione como clave en las inflexiones de su prosa –y de su prosodia−. Sus voces se alistan en la serenidad y en la cautela; no obstante, en los pliegues íntimos hierve, como un encrespado mar de fondo, el misterio de lo inacabado. En cada oración hay un doblez. Por una parte, se registra el transcurso simple del enunciado; por otra, la evidencia de una contención que atempera una voluptuosidad que aún ausente conserva vigencia. Este juego laborioso de tensiones es el que determina la temperatura y el tono de los textos. Los diez cuentos que conforman el libro son artefactos de riesgo, dispositivos que funcionan a alta presión cuyos puntos de fuga tienen que ver con la sensualidad y con la alternativa de una vida distinta.

En el cuento “Un detalle trivial”, una familia va pasar unos días a un pueblo de campo y no bien llegan el marido va a hacer compras en bicicleta y tarda más de lo que debería; en “Mundo cercado”, Oscar, personal de seguridad de un barrio cerrado, espía a la esposa de uno de los vecinos; en “En el balneario”, Ángela veranea en una playa con su marido y sus hijos y recuerda a Miller, un profesor de Historia del Arte con el que acaba de iniciar un romance. En la mayoría de los cuentos de Un detalle trivial, se plantea un universo armonioso de límites estrictos que funciona como blindaje de amparo y felicidad; sin embargo, la intemperie externa, que supone siempre amenaza, más allá de su peligrosidad, resulta un foco constante de descompresión.    

EL MANDADO- María José Eyras

A la bolsa de los mandados, la de nylon duro,
 la de antes, a favor de la ecología sin proponérselo.
Y a ellos, claro.
El mandado

La idea del viaje fue de Marcos. Mamá le había pedido que rescatara la caja de las fotos, aquella caja verde que aún debía estar en el desván y él ­­–siempre  tratando de complacerla– aprovechó la ocasión para convencerme de que lo acompañara. Pasaríamos tan cerca del pueblo... camino a la costa podríamos entrar a Dolores. Me haría bien despedirme de la casa antes de que la entregaran a su nuevo dueño, había dicho.
Después de Chascomús la ruta estaba despejada y yo me entretenía mirando el perfil de mi marido, sereno y concentrado mientras manejaba. Que  fuera al volante me hacía sentir segura y el zumbido del motor  empezaba a adormecerme. Apoyó una mano en mi rodilla.
—¿Estás nerviosa?—  su mano subía y bajaba por mi  pierna. 
Por qué iba a estarlo. De la casa me acordaba poco, algún detalle, la larga repisa sobre la chimenea, el florerito con jazmines que la abuela cortaba  cada mañana y ponía debajo del retrato del abuelo.
 —¿Hace cuántos años que no volvés a Dolores? 
Me encogí de hombros. La abuela había muerto cuando Marcos y yo aún no nos conocíamos. Su hermano, que vivía al lado y la visitaba todas las tardes, la siguió al poco tiempo. Y luego fue el turno de Carmen, la cocinera, que había estado en la casa toda la vida y terminó sus días hablando sola, medio perdida, deambulando por los cuartos deshabitados. En el pueblo ya no me esperaba nadie.
—Está bien, si no querés hablar no hables.
Cuando lo conocí, de Marcos me habían seducido sus ojos negros, una chispa de luz en las pupilas que era una promesa de protección. Después de cenar, luego de un  día de trabajo, compartíamos un té frente al hogar de leños a gas del departamento. Arrellanada en el sillón, yo me dejaba llevar por el sopor que traía el metal incandescente, la tibieza de su abrazo. Nos entendíamos bien y la idea de un hijo empezaba  a rondarnos. Sin embargo, en esas mismas veladas, solía ponerme  melancólica sin razón. Y no salía de aquel estado hasta que él me miraba largos segundos con su mirada brillante y oscura y algo se aflojaba en mí. Entonces me consolaba, me daba un beso largo, no parábamos hasta hacer el amor. 
—¿Por qué no dormís? Todavía falta un rato— me propuso.
A mi alrededor, el campo estático, algún molino, un monte de eucaliptos. El cielo, como una taza de aire azul volcada sobre nosotros. Ojalá se resolviera pronto el asunto de encontrar la caja, el caserón me parecía tan inmenso de chica. Aunque ahora se vería distinto. Tampoco yo era la niña que iba a hacerle los mandados a la abuela con la ilusión de quedarse con el vuelto.  Ansiaba llegar a la playa, estar con Marcos frente al mar hasta el atardecer, dejarme ir a esa hora en que el mundo y los pensamientos parecen calmarse.
La vibración pareja del auto continuó arrullándome.
 Cuando abrí los ojos, Marcos estacionaba delante de la casa. Las puertas altas y angostas estaban entornadas. Me desperecé y busqué la cartera en el asiento de atrás. 
 —¿Vamos?—  él había rodeado el auto y me invitaba a bajar.
Los escalones de mármol gastado donde me sentaba de chica, las mayólicas brillando en la media luz del zaguán, todo parecía igual. La cancel también había quedado abierta. Habría venido la mujer de la limpieza o la habrían dejado sin llave al avisar que pasaríamos. Atravesé la sala. Los adornos sobre la chimenea, tan familiares, todavía se encontraban allí: la amazona de porcelana,  el potiche donde se guardaban los caramelos  y por fin, el florerito de cristal con asas negras. Vacío. No había jazmines recién cortados debajo del retrato del abuelo.
La voz de Marcos diciendo algo acerca del desván y de las fotos que debía buscar se  confundió con sus pasos alejándose. Me impresionó el silencio de la casa, el olor de la sala, mezcla del perfume a viejos tapizados, cera y muebles lustrados, y por un momento las cortinas volaron, el voile se agitó leve como cuando la abuela ventilaba las habitaciones. 
De los siete a los diecisiete años había pasado las vacaciones en esa casa. En sus cuartos de techos altos se habían sucedido siestas y juegos con primos, almuerzos de Navidad, mañanas enteras leyendo tirada en el piso, hasta el regreso furtivo de aquel baile de Carnaval, el temblor de un abrazo aún palpitando en la madrugada y la abuela esperándome  despierta para preguntarme con quién había bailado, como si fuera ella, como si fuera su época.
Entré al comedor de diario, como le decían. Las persianas estaban bajas, las sillas arrimadas a la mesa en la oscuridad. Recorrí el pasillo que llevaba a la cocina. Me asomé. Entonces la vi. En un rincón, donde siempre estuvo, colgaba la bolsa. “Andá a comprar el pan” decía la abuela. Y me daba la bolsa.
Tantos veranos en el pueblo, tantos mandados a la mañana. Todo fuera por quedarme con el vuelto. Lo deslizaba en el bolsillo del jumper, de una tela rugosa, rústica, heredado de alguna prima y que mi madre me obligaba a usar aunque no me gustara. Pero en momentos así me olvidaba de todo, la vida crujía tierna como el pan caliente, era dulce como las facturas que nos comíamos después, tibia como las tardes de pileta en las reposeras, de juegos de cartas en los sillones del club, las mallas húmedas.
            Descolgué la bolsa de los mandados, acaricié la aspereza del tejido a rayas rojas y marrones. Marcos apareció de pronto junto a mí con una caja destartalada entre los brazos.
—¿Salimos?— propuse. Pareció sorprendido. Dijo que era una lástima que estuviera  tan apurada, que no terminara de recorrer la casa, ver las plantas del patio, aunque bueno, lo que yo decidiera para él estaba bien. Cruzamos de nuevo la sala, el zaguán.
Si iba a ir a comprar facturas para el viaje, prefería esperar  junto al auto, a la sombra del plátano. Así podría fumar sin molestarme, dijo. ¿Sabía yo dónde quedaba  la panadería? ¿Cómo no iba a saber? Había que llegar hasta la esquina, a la casa de la señora que vendía huevos, doblar a la derecha una cuadra, cruzar mirando bien que no vinieran autos  y luego media cuadra a la izquierda. Y después, una iba con el vuelto al kiosco, a buscar Susi, secretos del corazón, para leerla en las siestas devorando figuritas de besos en la penumbra del escritorio. Claro que sabía. Conocía cada umbral, cada ventana. Pero qué había pasado en la esquina de enfrente. Donde antes se encontraba el diario El Tribuno,  una reforma gris con pretensiones de modernidad ocultaba con torpeza la vieja sede. Al lado, un edificio de tres pisos con balcones de hormigón agredía con su disonancia la melodía de las demás construcciones, sencillas y con reminiscencias  de época. Todo se arruina con el tiempo, pensé cuando doblaba, ni siquiera se salvan los pueblos perdidos.
 A mitad de cuadra tenía que aparecer el toldo de la panadería. En su lugar, una pared de ladrillos ruinosa, afiches medio despegados y una pequeña puerta de chapa. Ni rastros de las vidrieras, las tortas de bodas, la cortina de tiritas protegiendo la entrada. Debería ir hasta la Central, pensé. En cambio, me acerqué a la pared. Sin saber por qué, me quedé mirando la puerta de chapa. Traté de empujarla. Estaba trabada.  Insistí. ¿Qué estaba haciendo? Me iba a encontrar con un baldío, ratas, o peor aun, culebras. Odiaba las culebras. Mejor me iba, Marcos ya habría terminado el cigarrillo. Entonces sentí la bolsa en la mano, las manijas lisas, rígidas, y seguí forcejeando hasta que la puerta cedió. La panadería era  grande, como esas tiendas al estilo de Harrod´s que ya no existen en Buenos Aires. Entré a un laberinto de exhibidores y vitrinas, me embriagaron vahos de almíbar y azahar. Caminé escoltada  por metros y metros de hileras de bandejas de masas finas, rosquillas, palmeras,  cajas de bombones con forma de corazón. Y por fin, el laberinto desembocó  donde estaban las facturas.
Me paré frente a los panes de leche. La misma pastelera, amarilla, brillosa, con unos granos de azúcar encima. Por un segundo me acordé de Marcos los domingos a la tarde, los dos amaneciendo entre risas, sábanas y horarios desordenados, me acordé de esa manera suya de decirme quiero hacerte feliz, de cómo muchas veces lo lograba. Pero el pan de leche estaba allí, coronado por la crema. Mi suave nostalgia de las veladas frente al hogar se volvió voraz. Yo también, como había leído en aquella gran novela, quería recuperar el tiempo perdido, pero no en forma de recuerdo –ese que sube como un relente cuando la magdalena mojada en té se disuelve en la boca–  no, yo quería estar otra vez allí, en ese momento, morder el pan de leche, sentir el dulce de la crema sobre la lengua y tragar, tragar con el mismo hambre distendido de la infancia.
Tomé una canasta y una pinza. Me serví. Una mujer que me pareció muy alta, la abultada pechera volcada sobre el mostrador, envolvió las facturas. Y como si me reconociera, con voz dulzona preguntó: “¿Algo más, querida?”.  Crucé la cortina de tiras coloridas. Iba a guardar el vuelto. Entonces tuve miedo. Pero ya en la calle, el pueblo al sol había recuperado el esplendor perdido. El diario El Tribuno, intacto, seguía en la esquina, las construcciones bajas y sencillas con reminiscencias de época, las veredas  de baldosas  rosadas. Y cuando llegué a la casa, de nuevo fue tan natural pasar por la puerta cancel abierta, atravesar la sala y que en el florerito de asas negras, sobre la chimenea, hubiera jazmines frescos bajo el retrato del abuelo. Me pareció tan lógico encontrarlos a todos en la cocina: mi padrino en el umbral de la puerta como a mitad de camino entre irse y quedarse, Carmen alcanzándole un mate y la abuela sentada en un banquito, el codo sobre la mesa sosteniendo la cabeza, la risa –su hermano siempre la hacía reír– . Tampoco me extrañó escuchar en tono de halago: “Ya cumplió diez años, es toda una señorita”; recibir una palmada cariñosa, convidar las facturas y que Carmen me ceda el turno para que yo elija el pan de leche. Pero fue al morderlo, cuando cerré los ojos, que el miedo volvió. Con la crema subía, como un relente, un recuerdo: la dulzura del beso de un hombre de mirada oscura que alguna vez había logrado consolarme. Porque cómo consolarme de la pena de estar presa. Con tanto miedo. Miedo de tocar el odiado júmper al buscar el vuelto y comprobar que es demasiado tarde, la pastelera diluyéndose en la boca, el verano sin fin, y todos mis muertos esperándome. Como antes, como ahora, sentados en la cocina para tomar el mate.
                                                                       María José Eyras
                                                                                             




INVITACIÓN 

Querida gente, 
el próximo jueves 29 de mayo presento mi libro "Un detalle trivial" en Dolores. Allí nacieron algunos cuentos, allí pasé los veranos de mi infancia. Leía, tirada en el piso, horas y horas. Por eso, y por el amor. 

Los espero!

VIDEO DEL 2° ENCUENTRO PROVINCIAL DE POETAS EN DOLORES, BS. AS

Aquí dejo el link para que disfruten el video del 2° Encuentro Provincial de Poetas en Dolores, Bs. As. ¡Muchas gracias, Lila Lahitte, por su realización! ¡Muy buen trabajo!
https://www.youtube.com/watch?v=9PjhSUx5f7A

SOCIEDAD ARGENTINA DE ESCRITORES – SECCIONAL DOLORES: CRÓNICA DE UN ENCUENTRO.


Con la presencia de alrededor de cincuenta poetas, venidos de Castelli, Chascomús, La Plata, Florencio Varela, General Lavalle, Mar de Ajó, Mar del Tuyú, Avellaneda y Campana, a los que se sumaron los de Dolores, se llevó a cabo el viernes y sábado, el SEGUNDO ENCUENTRO PROVINCIAL DE POETAS, declarado de Interés Municipal según Decreto No. 215 / 14, en celebración del Día Internacional de la Poesía.


El mismo comenzó, después de la recepción de los visitantes, con un acto cuya apertura estuvo a cargo de la Presidente de SADE, Teresita SAINT ESTEBEN, quien dio lectura a las adhesiones recibidas. El Vicepresidente, Juan Carlos PIRALI, dio la bienvenida a los visitantes y la cantante y plástica dolorense Silvina URQUIETA, interpretó, haciendo gala de la dulzura y expresividad de su voz, dos temas que hacen a la poesía, ALFONSINA Y EL MAR de Félix LUNA y Ariel RAMÍREZ, y TE QUIERO del poeta uruguayo Mario BENEDETTI con música de Alberto FAVERO,
A continuación se procedió a la presentación del Himno a Dolores, a cuyos autores, W.Jaime Molins (letra) y Francisco López (música), hizo referencia la Secretaria de la SADE, Susana AYALA, para luego realizar la escucha del mismo. Cabe destacar que la versión era la del coro de la Escuela Normal, dirigido por Susana LOCATELLI.
Luego, se realizó una visita a la Pirámide que ocupa el centro de la Plaza "Castelli", donde el historiador dolorense Aníbal VEGA, interesante y didáctico, expuso sobre Los Libres del Sur.
De regreso a la sede, se realizó la primera ronda de lectura, bajo la coordinación de María Susana Repetto, para luego culminar la mañana con un almuerzo.
Retomadas las actividades, se dio paso a la segunda ronda de lectura, con la coordinación de Ester MARCOS.
Luego de una pausa para compartir un café, se abrió el espacio del arte repentista, a cargo de la maestra payadora, María Susana REPETTO, y del payador Emanuel GABOTTO, que hicieron una exposición muy clara y amena sobre este arte, para luego hacer la presentación de los alumnos del Taller de payadores.

Al concluir la misma, tuvo lugar la tercera ronda de lectura, con la coordinación de Susana ITURRALDE, terminando la jornada con la cena. A terminar la misma, se llevó a cabo el tradicional brindis por la poesía, bajo la inspiración del texto homónimo del escritor Gabriel GARCÍA MÁRQUEZ.
La segunda jornada se inició con la inauguración de la muestra Fotografía y Poesía, acción conjunta del Foto Club DOLORES y de la SADE Seccional local, por la integrante de ambas comisiones, Griselda GARCÍA CUERVA. La enriqueció Lila LAHITTE, con la presentación de dos obras de su autoría, en que se complementan la poesía y la pintura. Después, se realizó la cuarta ronda de lectura, a cargo de Teresita SAINT ESTEBEN.
A continuación, tuvo lugar un emocionado homenaje a Zulma CRETÓN, profesora y maestra bibliotecaria, Tesorera de la Institución, fallecida en octubre pasado, con la presencia de sus hermanas, familiares y amigos. El mismo estuvo a cargo de la vocal Susana ITURRALDE y de la socia de la S.A.D.E., Lila LAHITTE, quien leyó el poema SIEMPREVIVA, del que es autora y dedicado a la querida Zulma. Para concluir el homenaje, se entregó a sus hermanas, Edilia CRETÓN de CELASCO y Dalicia CRETÓN de DI GIANO, una copia del poema y un ramo de siemprevivas.
Se continuó con la exhibición del documental BORGES Y YO, de Diego SACHELLA, que rescata los testimonios de las personas que tuvieron la oportunidad de dialogar y entrar en contacto con el genial escritor y que recupera para Dolores, una circunstancia que merece ser atesorada en su historia cultural. Luego, se dio lectura al poema La cierva blanca, de Jorge Luis BORGES, de un soneto de Susana ITURRALDE, dedicado a Diego SACHELLA, gestor del documental y a Gabriela URRUTIBEHETY, activa colaboradora del director, y de un poema de Zenón SUÁREZ.
Se realizó nuevamente el almuerzo, donde visitantes y dolorenses pudieron intercambiar experiencias y confraternizar con la alegría que produce este tipo de encuentros.
Por la tarde, se iniciaron las actividades con una ronda de lectura integrada por poetas de la ciudad de CAMPANA, quienes, en un delicado gesto entregaron recordatorios personales a los presentes. La misma tuvo la coordinación de GRISELDA GARCÍA CUERVA.
Luego, se continuó con el café poético-musical, en el que, a la lectura de poemas referidos a los lugares donde cada poeta vive, los dolorenses incluyeron LA PLAZA de la escritora Delia CASTELS ARIAS DE CAMBET; PALABRAS A LA PIRÁMIDE y SEMBLANZA RETROSPECTIVA DE NUESTRO W. JAIME MOLINS del poeta dolorense Antonio MAGALLANES; LA CABEZA DE PEDRO CASTELLI MIRA DESDE LA PLAZA de Roberto MORETE; y una serie de haikus, del platense Gustavo GARCÍA SARAVÍ, que escribiera en oportunidad de su visita a Dolores y que incluyera en su libro CÓMO SE CANTA A LA PATRIA. También se tuvo la oportunidad contar con las excepcionales voces de los cantantes Santiago GELMINI y Rubén BIANCHI, que se ganaron el cálido y vibrante aplauso del los presentes.
Dando fin al SEGUNDO ENCUENTRO PROVINCIAL DE POETAS se hizo entrega de certificados y el recordatorio que consiste en un señalador, ilustrado con una imagen de la pirámide y la cúpula del templo de Nuestra Señora de los Dolores, realizado por la plástica dolorense Silvina URQUIETA.
Finalmente, la despedida estuvo a cargo de la Presidente, Teresita SAINT ESTEBEN, quien entonó a capella el tema de Joan Manuel SERRAT con letras del poeta Antonio MACHADO, PROBERBIOS Y CANTARES, en algunos de cuyos versos dice:
"Nunca perseguí la gloria
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse."

Y así, “verso a verso”, como también dice Machado en esa canción, la SADE, concretó con todo éxito el SEGUNDO ENCUENTRO PROVINCIAL DE POETAS.